Nuestros párpados se abrían en el polideportivo Granadilla de Abona en Tenerife, tras un largo viaje en barco que vivimos la noche anterior.
Un desayuno colectivo nos hizo retomar fuerzas y dirigirnos a la playa del Médano para realizar actividades matutinas con mayores y niños. La sensación de unidad y de emoción calurosa en el corazón nos sacaba a todos una sonrisa al bailar y cantar con ellos.
Tocaba almorzar de manera libre por la zona y luego hacer la compra para esta última semana que nos espera por lo que nos pusimos manos a la obra, y así, posteriormente, embarcar.
La brújula estaba apuntando ansiosa hacia nuestro nuevo destino; se aproximaba cada vez más. La Gomera nos esperaba para no ahorrar en abrazos en ella, para poder mimarla y enamorarnos. Allá vamos pequeño corazón verde.