Uno, dos, tercer día en la Isla del Meridiano.
El frescor mañanero y la voz sedosa de Iria nos dio el impulso para el que sería un día entero fuera del confort de las aulas.
Ante la sombra imponente de La Palma y de La Gomera, descubrimos el último municipio que nos faltaba por ver en esta isla: El Pinar, cuyo nombre hacía especial referencia a los majestuosos pinos que nos dieron la bienvenida.
El mar de nubes nos susurró: «Mens sana in corpore sano». Y con la asociación deportiva ‘In corpore sano’ recorrimos entre vides, volcanes y el crujido del picón, la costa del municipio. La Restinga era el refrescante destino que nos aguardaba al final del sendero en el que pudimos conocer la historia de Oswaldo así como a los miembros del club deportivo.
Tras un almuerzo pizzero con postre incluido, visitamos el Centro de Interpretación del Geoparque en el que pudimos revivir la historia del volcán Tagoro, reciente y única erupción submarina.
Tacorón, del bereber ‘cumbre redondeada’, fue nuestro siguiente y último destino del día donde entre dinámicas y agua salada nos hallamos ante el imponente sol herreño que nos hubo de anticipar de las lágrimas resplandecientes de San Lorenzo que nos dieron las mejores buenas noches…