Nos despertamos de la última noche en Tenerife. Despedimos el último de los días con música y un pilates reparador. Saboreamos el último desayuno de esta isla, y con un último vistazo al Teide, terminamos la mañana con la suerte de estar acompañados de Toyota.
Aprovechando que los cambios de isla implican un continuo movimiento, me he tomado la libertad de observar a mis compañeros y darme cuenta de la emoción que sentimos en un último adiós a una isla. Es curioso cómo vivimos la transición de despedir la comodidad de un lugar que hemos creado como hogar a vivir la ilusión de crear uno nuevo, una transición que se mueve a la misma velocidad que lo hace el barco rumbo a un nuevo destino.
Y precisamente desde aquí, desde el lugar que se convertirá en nuestro nuevo hogar, terminamos de despedir el último día en Tenerife para dar comienzo a uno nuevo, en la maravillosa isla que es El Hierro.